lunes, 25 de julio de 2011

Mi cacharrito y yo: la leyenda continúa

Como mis lectores recordarán porque la entrada es de hace dos semanas y sé que tienen buena memoria, mi cacharrito, el "robusto" lector de libros electrónicos que me compré como auto-regalo de Navidad (aunque un mes después) y con el que era tan feliz, murió trágicamente.

El viernes pasado, por fin, me decidí a llamar al servicio técnico a ver si lo tenían reparado. Me dijeron que sí, que podía pasar cuando quisiera. Así que les pregunté si abren por la tarde, o los sábados por la mañana, porque ya he vuelto al trabajo, snif. Y me dijeron que sí, que hasta las ocho de la tarde podía pasarme por allí.

De modo que pedí hora en la peluquería (a las 18:00) para aprovechar el viaje, me presenté en la estación de RENFE a las 17:30 para pillar el primer tren que fuera a Castellón y aparentemente, tuve suerte, porque había uno que salía a las 17:48.

Claro, que como todo el mundo sabe, RENFE solo es puntual cuando tú llegas un segundo tarde.

Hasta cuatro malditos trenes sin paradas conté que pasaban mientras mi cercanías se retrasaba. Llegué a la peluquería cinco minutos tarde.

Y eso no fue lo peor. Porque en la peluquería tampoco fueron puntuales (o igual fue porque yo no lo había sido), y no me atendieron hasta las siete (por lo menos me sirvieron un cafelito).

Ya bien esquilada, a las 19:35, me dirigí a mi destino. Justo en el otro extremo de Castellón. Que para ir a pie es un buen paseo.

Llegaba a mi destino a las 19:56. Y el encargado ya estaba cerrando la "paraeta". Lógico, viernes por la tarde, nadie a la vista, ganas de irse a casa...

Pero mi aspecto era tan patético y desconsolado, con la cara granate por la carrera y encima poniendo ojos de cachorrito, que el hombre volvió a abrir el taller y me entregó el cacharrito.

Solo que en lugar de repararlo, simplemente me lo han cambiado por otro más moderno y que lee todos los formatos que os podáis imaginar.

Precioso, ¿verdad? Pues resulta que solo tenía veinte libros en la memoria. Adjuntaba un papelito en el que daba una dirección de internet para descargarse el total de mil que ya venían incorporados en el modelo viejuno. Así  que tuve que conectar el jdownloader, descomprimir los archivos y copiarlos al cacharro.

Pero eso fue después de la Gran Cagada.

Porque se me ocurrió volver a insertar la memoria SD que había sacado del otro antes de enviarlo al servicio técnico. Miré las instrucciones y resultó que tenía que levantar la tapa de detrás, mover un par de palanquitas e insertar la tarjeta en el lugar indicado.

Vale. Misión cumplida. Lo difícil ahora es cerrarlo. He conseguido que se quede medio cerrado, pero la "lengüeta" que había que mover para que la tapa se desplazara se niega a bajarse y a permitir que ubique bien las palancas de cierre. El resultado es que por la parte de bajo, donde están los conectores, se me queda entreabierto y encima torcido. Ayer tuve que volver a quitarle la tapa para que el USB se conectase bien y mi ordenador reconociera al cacharro como un disco duro más de la familia. Conque ya me tenéis otra vez de vuelta al servicio técnico con mi historieta. A ver qué me dicen esta vez cuando dejen de reírse...

Por cierto, ¿sabéis qué libro nuevo ha sido el primero que he metido en la memoria? ¡Nunca lo adivinaríais!

Y, ¿os lo podéis creer? ¡Me parece que me estoy enterando! (o mi capacidad de sugestión es muy poderosa).

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